En la página 123 de un libro de curioso título y temática llamado "Visitantes extraterrestres en la antigüedad", escrito por Christine Dequerlor (Javier Vergara Editor. Buenos Aires, 1979), se encuentra una interesante referencia a una antigua escultura de claras implicancias herméticas.
La descripción es la siguiente:
"En una isla del lago Titicaca, de donde salió Viracocha, se levantaba un templo en honor del dios Sol, representado por una estatua de oro. El emperador Tupac Yupanqui hizo construir, en una isla vecina, en Coatí, un templo a la diosa Luna, cuya imagen fue de plata de los pies a la cintura y de oro hasta la cabeza. Reunidos de este modo, los esposos podrían encontrarse fácilmente en una mística unión".
Aquí encontramos las dos materias clásicas de los alquimistas (que en ocasiones son tres, derivando tal idea de los alquimistas cristianos, quienes hacían un simil con la Santísima Trinidad, que en Alquimia está compuesta por Mercurio, Azufre y Sal), representados en esta oportunidad por el Sol (Azufre, o el "macho") y la Luna (Mercurio, o la "mujer").
El estudioso Albert Poisson nos indica que en un comienzo los alquimistas hablaban sólo de dos principios: Mercurio y Azufre. Son principios opuestos, y así mientras el mercurio era el "alma", el azufre el correspondía al "cuerpo"; el primero a lo puro, el segundo a lo impuro; el primero la mujer, el segundo el hombre. De ambos nacía el Rebis ( hecho de dos cosas). Pero posteriormente los alquimistas empezaron a mencionar un tercer principio que actuaba en la Gran Obra: la Sal. Paracelso será uno de quienes explicará más claramente la labor de la Sal en el proceso de metalogénesis que es la Alquimia. Digamos por nuestra parte que si en último término la Sal es la mediadora entre el Azufre y Mercurio; es también y en un momento prematuro la que genera la reacción entre ambas fuerzas.
Sin embargo, el Oro y la Plata en los tratados alquímicos a veces representan dos de las tres Medicinas posibles a obtener con la Piedra Filosofal.
Pero las culturas andinas ofrecen más pruebas de un saber de carácter "hermético", especialmente en cuanto a trabajos pétreos.
La periodista chilena Malú Sierra en su libro "Donde todo es altar. Aymarás los hijos del Sol" (Editorial Persona, Santiago de Chile, 1991), en la página 204, nos relata un hecho singular que avala nuestra afirmación:
"Cuentan los cronistas que en 1619 encontraron en el lago (se refiere al Titicaca - Nota de SFR -) un ídolo de piedra con dos caras, una de hombre y otra de mujer; el hombre miraba hacia el nacimiento del sol y la mujer hacia el poniente. Dos gruesas culebras subían desde la base hasta la mano derecha del hombre y la izquierda de la mujer y otras figuras representando sapos los acompañaban. Los investigadores han visto en esta figura la divinidad principal del Titicaca, símbolo del taypi que el lago encarna".
Lamentablemente no hemos podido recabar información acerca de si aun existe o no dicha escultura. En caso afirmativo, sería un verdadero tesoro legado por los antiguos habitantes de estas tierras, que nos permitiría una interpretación más adecuada de su significado.
Pero ya que no tenemos una imagen - dibujo o fotografía- de la artesanía amerindia mencionada, nuestra labor de hermenéutica se hará solo con las referencias dadas por Malú Sierra
Primero de todo, decir que se hace patente las varias similitudes que podemos encontrar entre estas construcciones amerindias con el arte llamado "pagano" europeo, y con la Alquimia medioeval. La luna y el sol son dos clásicos principios herméticos, a los cuales hemos hecho alusión. Hacen referencia a las dos fuerzas naturales por antonomasia: hembra y macho; mercurio y azufre.
Además el simbolismo de las serpientes se encuentra en el Caduceo del dios griego Hermes (el Mercurio romano), el cual es por todos conocido. Son las potencias que los sabios hindúes llaman Ida y Pingala.
Por último, un tercer elemento llama la atención. Por cierto, son los sapos. ¿Qué tienen que ver ellos con la Alquimia? Mucho, responderemos. Basta estudiar aquel texto de Filaleteo donde analiza un trabajo de Georges Ripley.
¿Curiosidades? ¿Coincidencias? ¿Analogías de una misma Ciencia Universal? Nos inclinamos por la última posibilidad.
Sin querer agotar el tema, y sólo dando pequeños esbozos de respuesta, hemos tratado aquí uno de esos temas que parece que algunos quisieran callar...
©Sergio Fritz Roa
Santiago de Chile, 4 de Octubre de 2002
La descripción es la siguiente:
"En una isla del lago Titicaca, de donde salió Viracocha, se levantaba un templo en honor del dios Sol, representado por una estatua de oro. El emperador Tupac Yupanqui hizo construir, en una isla vecina, en Coatí, un templo a la diosa Luna, cuya imagen fue de plata de los pies a la cintura y de oro hasta la cabeza. Reunidos de este modo, los esposos podrían encontrarse fácilmente en una mística unión".
(Templo del Sol en la isla Titicaca, ubicada en el lago homónimo, segun un grabado del s. XIX)
Aquí encontramos las dos materias clásicas de los alquimistas (que en ocasiones son tres, derivando tal idea de los alquimistas cristianos, quienes hacían un simil con la Santísima Trinidad, que en Alquimia está compuesta por Mercurio, Azufre y Sal), representados en esta oportunidad por el Sol (Azufre, o el "macho") y la Luna (Mercurio, o la "mujer").
El estudioso Albert Poisson nos indica que en un comienzo los alquimistas hablaban sólo de dos principios: Mercurio y Azufre. Son principios opuestos, y así mientras el mercurio era el "alma", el azufre el correspondía al "cuerpo"; el primero a lo puro, el segundo a lo impuro; el primero la mujer, el segundo el hombre. De ambos nacía el Rebis ( hecho de dos cosas). Pero posteriormente los alquimistas empezaron a mencionar un tercer principio que actuaba en la Gran Obra: la Sal. Paracelso será uno de quienes explicará más claramente la labor de la Sal en el proceso de metalogénesis que es la Alquimia. Digamos por nuestra parte que si en último término la Sal es la mediadora entre el Azufre y Mercurio; es también y en un momento prematuro la que genera la reacción entre ambas fuerzas.
Sin embargo, el Oro y la Plata en los tratados alquímicos a veces representan dos de las tres Medicinas posibles a obtener con la Piedra Filosofal.
Pero las culturas andinas ofrecen más pruebas de un saber de carácter "hermético", especialmente en cuanto a trabajos pétreos.
La periodista chilena Malú Sierra en su libro "Donde todo es altar. Aymarás los hijos del Sol" (Editorial Persona, Santiago de Chile, 1991), en la página 204, nos relata un hecho singular que avala nuestra afirmación:
"Cuentan los cronistas que en 1619 encontraron en el lago (se refiere al Titicaca - Nota de SFR -) un ídolo de piedra con dos caras, una de hombre y otra de mujer; el hombre miraba hacia el nacimiento del sol y la mujer hacia el poniente. Dos gruesas culebras subían desde la base hasta la mano derecha del hombre y la izquierda de la mujer y otras figuras representando sapos los acompañaban. Los investigadores han visto en esta figura la divinidad principal del Titicaca, símbolo del taypi que el lago encarna".
Lamentablemente no hemos podido recabar información acerca de si aun existe o no dicha escultura. En caso afirmativo, sería un verdadero tesoro legado por los antiguos habitantes de estas tierras, que nos permitiría una interpretación más adecuada de su significado.
Pero ya que no tenemos una imagen - dibujo o fotografía- de la artesanía amerindia mencionada, nuestra labor de hermenéutica se hará solo con las referencias dadas por Malú Sierra
Primero de todo, decir que se hace patente las varias similitudes que podemos encontrar entre estas construcciones amerindias con el arte llamado "pagano" europeo, y con la Alquimia medioeval. La luna y el sol son dos clásicos principios herméticos, a los cuales hemos hecho alusión. Hacen referencia a las dos fuerzas naturales por antonomasia: hembra y macho; mercurio y azufre.
Además el simbolismo de las serpientes se encuentra en el Caduceo del dios griego Hermes (el Mercurio romano), el cual es por todos conocido. Son las potencias que los sabios hindúes llaman Ida y Pingala.
Por último, un tercer elemento llama la atención. Por cierto, son los sapos. ¿Qué tienen que ver ellos con la Alquimia? Mucho, responderemos. Basta estudiar aquel texto de Filaleteo donde analiza un trabajo de Georges Ripley.
¿Curiosidades? ¿Coincidencias? ¿Analogías de una misma Ciencia Universal? Nos inclinamos por la última posibilidad.
Sin querer agotar el tema, y sólo dando pequeños esbozos de respuesta, hemos tratado aquí uno de esos temas que parece que algunos quisieran callar...
©Sergio Fritz Roa
Santiago de Chile, 4 de Octubre de 2002
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