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Hay ciertos ámbitos del campo del conocimiento que, en el mejor de los casos, se nos olvidan, y que en el peor simplemente no tenemos noticia de ellos. Sergio Fritz Roa acumula, investiga y divulga una amplia gama de este tipo de material. Uno que se nos queda en el tintero, ya sea por calificarlo idiotamente de anacrónico, o por sencilla, pero no por eso menos culpable, ignorancia.
Le conocí de adolescente, buscando mayor información sobre Howard Phillips Lovecraft. Hace un año, quizás, encontré varios de sus sitios web, todos sobre temas en los cuales mi ignorancia es aterradora, pero me tranquilicé pensando que, en general, nadie domina ni de lejos un ápice de geografía sacra, sufismo, alquimia o hermetismo.
El verano pasado le reconocí en una feria del libro. En su stand reconocí una obra de Hugo Correa, muy cara en ese momento. Me lo vuelvo a topar en www.lun.cl, respecto a la adaptación cinematográfica de «En las Montañas de la Locura». Mediapinta ahora le contacta para que diluya el velo.
Fritz se mueve por territorios extraños, dentro de los cuales es un investigador exhaustivo. Ha sido invitado a congresos en Argentina; su novela «El Jardín de Trincheras» fue publicada en Italia, además de diversos artículos en el mismo país. Mantiene hace muchos años en la red la revista “Bajo los hielos”, y nunca ha dejado de moverse ni de meter las narices en temas que parecen extraños y lejanos pero que, a la luz de sus respuestas, se muestran como fundantes de todo un orden que implica el mundo en que vivimos.
En los años en que lo conocí, Fritz regentaba la Liga Lovecraftiana Chilena. Ignoro si aún se mantendrá un club de esas características. Creo que hasta sería necesario un grupo anónimo que realizara rituales a la luz de la luna, en la ribera del río Mapocho, invocando a Yog-Sothoth. Pero las tendencias, ya se sabe, van por otros lados: vampiritos que no chupan cuellos, sino vergas. Entre otros adefesios.
¿Cómo llegas a la literatura fantástica? ¿Cuáles fueron tus primeras lecturas en ese ámbito? Hasta los quince años no leía casi nada de literatura. Sí leía, pero otro tipo de temáticas, especialmente religiones comparadas y mitología. Fue a través de un monográfico sobre el temible "Necronomicon", que editó en los años ‘80 la revista española “Mundo Desconocido”, cuando supe de Lovecraft, quien me acercaría definitivamente a la literatura general y especialmente fantástica. De inmediato vi en Lovecraft algo más que mero divertimento. Por primera vez supe que los relatos y novelas podían contener mucho más que simple invención. Y así, por ejemplo, pude percibir que los mitos y símbolos que hallamos en el mundo antiguo persisten de alguna manera sutil en la literatura, especialmente en la ficción fantástica. Al leer a Lovecraft -verdadera revelación- me interesé por el llamado “Círculo”, es decir sus amigos escritores, donde hallamos a algunos verdaderamente notables, como Clark Ashton Smith -autor de relatos exóticos y de horror puro-, Robert E. Howard -el creador de Conan, entre otros personajes no menos interesantes-, Henry Kuttner y Robert Bloch, amantes tanto de la ciencia ficción como del horror. También supe de los maestros y antecesores de H.P. Lovecraft. Ya había leído algún relato suelto de Poe, pero sólo ahora podía internarme con mayor afán en su mundo cargado de psiquismo, conflictos internos y presencias sutiles. También conocí a Arthur Machen, uno de mis favoritos, cultor de lo numinoso, que es precisamente la sustancia de los mejores relatos de Lovecraft; Lord Dunsany, con su onirismo extraterreno; William Hope Hodgson, con sus miedos marinos, y así otros muchos.
También me interesan los argentinos Borges, Lugones y Marechal, quienes también deben considerarse autores fantásticos. En Chile, aún cuando es literatura más bien esotérica, rescato a Miguel Serrano, quien logra en libros como "Elella", "Nos: el libro de la resurrección", y "Quien Llama en los Hielos" un ambiente similar a lo mejor de la fantasía literaria. También me interesan Hugo Correa, Sergio Meier, Boris Calderón, Héctor Barreto, y otros menos conocidos.
Profesas una preferencia por Lovecraft, has incentivado de distintas maneras su lectura, ¿qué te provoca su obra, su figura como persona, sus tópicos de escritura? Me interesa Lovecraft por muchas razones. La primera, por ser un testigo cualificado de lo que vio. Fue una persona que vivió un periodo difícil de la historia de su país. Un momento decisivo, en que la inmigración a los Estados Unidos se hace masiva, en que las guerras mundiales azotan los pueblos, en que la ciudad se transforma en desmedro de los pueblos serenos de antaño; surge el verso libre, el cine. Lovecraft fue un testigo de todo esto, y aunque le causaba horror lo que veía, era muy sincero en decirlo. Su crítica a la modernidad es única. A diferencia de Oswald Spengler, u otros teóricos de la decadencia, Lovecraft ataca a lo moderno desde un punto de vista estético, pero total. El mundo moderno es abominable porque es… feo. Es decir su música, su arquitectura, su literatura, su organización social, etcétera, carecen de armonía; sólo persiguen el mero utilitarismo.
Una segunda razón radica en su capacidad de crear mundos. En ello sólo Tolkien es comparable.
Una tercera es el hecho de que une el pasado y el futuro. La magia y la ciencia. Es “retrofuturista”, o “arqueofuturista”. En ello es innovador. Qué mejor prueba de ello es el relato “Los sueños en la casa de la Bruja”, donde se mezcla magia con dimensiones no euclidianas; conjuros y matemáticas.
Pero, tanto o más importante que las anteriores, es su uso de símbolos en la literatura. Aunque Lovecraft era inconsciente de ello, él estaba reviviendo miedos antiguos, utilizando símbolos poderosísimos que están en todas las tradiciones espirituales (el viaje iniciático, la caverna, el laberinto, las ciudades sacras), elaborando así un neo-gnosticismo.
La poesía romántica anhela un pasado que mistifica a niveles sublimes, como lo que hace regularmente Hölderlin. ¿Cuánto han influido tales lecturas en el camino investigativo que has tomado? De alguna manera, mientras no encontramos nuestra esencia, somos un proyecto. En mi caso, con el avanzar del tiempo me doy cuenta de que hay mucho de espíritu romántico en mí. La lucha entre el Ideal y lo cotidiano me marca. Pero evito que ello sea mera huída. Sé que estamos aquí por algo. Algo más que el simple hacer. Estamos para el ser. Y ello implica una guerra sin cuartel con la ignorancia que vivimos. El error de los románticos es que sólo ven una parte de la realidad.
La Metafísica —como concepto de cátedra y de la historia de la filosofía— surge como invento de Andrónico de Rodas, bibliotecario de Alejandría, quien, no teniendo título para una serie de manuscritos de Aristóteles, les bautizó “Metafísica”, por que iban luego de los libros de la Física. ¿A qué te refieres tú con ese concepto? La metafísica de la cual hablo es la que han definido personas como René Guénon y Frithjof Schuon, estudiosos de la llamada “escuela tradicional”. Es decir, de aquel conocimiento intuitivo que se refiere a la diferenciación entre Ser y No-Ser. Su principal manifestación es la doctrina de la Unidad, respecto a la cual he escrito un artículo que puede servir de introducción, a pesar de que se refiera al Zoroastrismo, una de las religiones más antiguas que aún perduran. Hay un conocimiento relativo al orden cósmico (cosmología), otro al hombre (antropología), y uno a la Realidad Suprema (metafísica).
América secreta y Santiago oculto.
Sergio Fritz recuerda a algún atormentado investigador de las historias de Lovecraft. Uno de aquellos ratones de biblioteca que resisten al horror sólo para poder contarlo, y que han sido llevados hasta ese trance por su obsesiva curiosidad. Fritz ha estudiado la geografía de un modo distinto; fue tras la Ciudad de los Césares, conoce una faceta secreta de Santiago, ha comprendido al Islam desde otro ángulo, y siempre sale con algo entre manos. O por lo menos con algo que explicar: Si uno ve el mundo como algo sagrado -tal como debiéramos verlo, no desde una visión materialista-, entendemos que hay lugares que poseen una función espiritual precisa, que los ubican en un rol preferencial respecto a otras zonas. Por ejemplo Roma, para los cristianos, o Mekka, para los musulmanes, o el Ganges, para los hinduistas. Cada comunidad tiene sus centros. Y así como los hay primarios, otros son secundarios, de menor importancia. Muchos de los centros espirituales fundamentales se han ido haciendo más esquivos. Por ejemplo, Aghartta. O en Sudamérica, la mítica Ciudad de los Césares. Ello obedece al oscurantismo del plano espiritual en que vivimos. Por algo sólo los puros -un Parsifal, por ejemplo- pueden acceder a ellos. La geografía sacra estudia dichas temáticas para reconducir al hombre a su comunión con el paisaje.
Causó cierta efervescencia tu descubrimiento de los mapas líticos en donde se representa América. Explícanos qué son estos mapas, cómo se han conservado, y sobre todo quiénes los habrían construido. Cuando uno empieza cierta búsqueda, las cosas también se nos acercan. Es decir, se genera una especie de atracción recíproca. Así me ocurrió con dichos objetos líticos. Voy a ser muy franco acerca de esto. No quiero que se genere una idea errada. Lo primero: no puedo asegurar que se trate de mapas líticos. Siempre he hablado de “posibles mapas líticos”, acentuando lo de posibles. Ciertamente sería una coincidencia única que todos hayan sido hallados en el mismo lugar (en un fundo cercano al monte Mocoén, al norte de la ciudad de Los Andes). Pero tampoco puedo afirmar que son creaciones humanas. De ser esto último, habría que revisar varios dogmas de la arqueología e historiografía americana. Los antiguos pueblos andinos no serían tan simples como ambas ciencias los suponen. Pues, ¿cómo podrían haber obtenido el conocimiento para trazar mapas de un continente?
Pero más allá del debate acerca de si son o no elaboraciones humanas, el hecho es que están allí, mostrando los contornos de América. De todas formas, no es la primera vez que se encontrarían, aunque con ciertas características diferentes. De ser realmente confecciones humanas los dibujos de las piedras de Ica del doctor Cabrera y el mapa pétreo de mi compatriota Videla, habría otros casos de interés.
Posiblemente más importante que estos posibles mapas líticos sea mi descubrimiento de megalitos en El Quisco. Esto no admite duda y ayuda a replantear la historia de los pueblos costeros. Además permite barajar la posibilidad de presencia inka, pascuense u otra, en la costa chilena central.
Afirmas con seguridad que un sitio mítico, como la Ciudad de los Césares, en efecto existe. ¿Tu postura responde a una seguridad empírica o a una deducción intelectual? Sí, en esto soy categórico. No me cabe la menor duda al respecto. Hay suficientes relatos que aseveran lo anterior. Además no creo que jesuitas como el Padre Mascardi, quien era un gran estudioso, políglota y excelente explorador, se hayan dejado embaucar por meras fantasías. Tampoco el arqueólogo Francisco Fonck, quien, dentro de los más conocidos, sería uno de los últimos buscadores. Él dio una clave al decir que la búsqueda del Grial en Europa tenía su correlato sudamericano en la Ciudad de los Césares. Y yo agregaría algo: El destino de América tiene que ver con esto.
Los mitos son realidades concretas, en el sentido dado por los que lo viven, como lo entendió uno de los pilares de las religiones comparadas, el rumano Mircea Eliade. Realidades que hacen participar a los hombres de un estadio superior, por cuanto lo conectan con una fuerza no humana.
Yo también he buscado la Ciudad. Y he sentido la presencia de sus seres. Para mí esto es suficiente. Algo de ello está en mi novela "El jardín de trincheras".
Como muy bien mencionas en varios artículos, siempre ha existido la conciencia de ciertos lugares ocultos, dotados de un sentido transcendental, o contenedor de ese sentido. Histórica o legendariamente, ¿de dónde viene tal certeza, tan comúnmente aceptada pero rechazada de plano, cuando se la intenta sacar a flote? Efectivamente, esto no es nuevo y es común a las sociedades tradicionales -tradicional en un sentido guenoniano. Es un mito. Pero reitero que mito en tanto idea-fuerza que nos comunica con un aspecto de lo Trascendente, no como mito-mentira. Al ser mito, es algo que está más allá del tiempo. Estos lugares normalmente están en cuevas o en cerros inaccesibles. Ello es una forma de protección. Quien tiene el corazón puro, no obstante, siempre podrá penetrarlos.
Desde que leí la novela de Lovecraft "En las montañas de la locura", hace ya varios años, cada vez que sé de alguna noticia relacionada con la Antártica me dan escalofríos. Me da la impresión de que hay ciertos lugares que no deberían ser hollados por pie humano, so pena de descubrir cuestiones que no por nada se han mantenido ocultas. Esto imprime una función corruptora a la humanidad, en el concierto universal. ¿Qué piensas al respecto? Lovecraft tuvo intuiciones impresionantes. A través de los sueños viajaba a lugares a los que nunca fue en el plano físico. Su descripción de la Antártica es tan vívida que un explorador no podría haberlo hecho mejor. ¿Cómo pudo intuir la presencia de algo oculto, pero pernicioso allí? No es suficiente su lectura del "Arthur Gordon Pym", de Edgar Poe. Estoy seguro de que supo algo más. En general, la Antártica es el centro sexual del mundo. Así se lo dice a Miguel Serrano, otro iniciado en el Mito Polar, su maestro. Y creo que efectivamente es así. Al ser el centro sexual de la Tierra, resulta un cúmulo de energías que, como la serpiente Kundalini de la Yoga, puede desatar terribles consecuencias sino son bien empleadas.
El centro intelectual de la Tierra estaría ubicado en el norte, y correspondería a la Hyperborea mencionada los griegos. Pero hoy está oculto, posiblemente sumergido en casi su totalidad. Con el pronto desplazamiento de los polos, la función espiritual de “cabeza del mundo” debiera radicar en la región antártica. Por ello es que Chile y Argentina tienen un valor inmenso en lo que será la construcción de una nueva humanidad. No por nada se dice que las energías de los antiguos centros ubicados en los Himalaya se han desplazado a Los Andes.
A pesar de que sus investigaciones lo encumbran muy alto, Fritz ha puesto los pies muy bien en tierra, en Santiago de la Nueva Extremadura. La ha recorrido poniendo los ojos donde nadie más, haciendo descubrimientos significantes de un saber arcano y siempre soslayado, pero que se muestra claramente al ojo entrenado. Santiago es una ciudad asombrosa desde muchos ángulos. Tú has iniciado una serie de recorridos tras ciertas pistas de su origen hermético. Cuéntanos acerca de tus hallazgos y sus significados. Efectivamente. Es bueno escucharte. Muchos santiaguinos suelen decir que esta ciudad es horrible. Pero tras el Santiago de ruido, Transantiago y malls, existe una ciudad maravillosa, que esconde secretos.
De mis investigaciones he podido constatar la presencia del Hermetismo en casas como la del grupo artístico “Los Diez”, ubicada en calle Santa Rosa, a pocas cuadras de la Alameda Bernardo O’Higgins, y en la “Casa Edwards Matte”, que hoy es parte de la Universidad Alberto Hurtado. Fue precisamente esta importante Universidad la que me contrató para realizar un estudio simbólico sobre dicho inmueble. Ya desde afuera pude apreciar elementos simbólicos alquímicos y masónicos; pero una vez que tuve permiso para revisar todas las dependencias de dicho edificio, mi sorpresa fue inmensa. No se trataba de simples objetos aislados, sino de un plan con sentido hermético impresionante. Ismael Edwards Matte era lo que los alquimistas llaman un “adepto”, es decir, un poseedor de las llaves del conocimiento hermético. Así lo demuestra su construcción, en la que participó además el misterioso arquitecto Federico Bieregel. Fruto de este trabajo fue un texto que entregué a la universidad mencionada, junto a muchas fotografías. Espero pronto escribir sobre dicha casa en un libro que debiera titularse algo así como “Alquimistas y Hermetistas en Santiago de Chile”.
Otro descubrimiento importante me parece la existencia de un culto al “Green Man”, el hombre verde de la tradición céltica y medieval. Ello se encuentra en la arquitectura de varios edificios antiguos de la capital. Se trata de un “dios” de la naturaleza, el principio de germinación.
Durante quince años he ido recopilando material al respecto. Tengo ya dos carpetas con notas, fotografías, recortes de diarios, etcétera. Es parte de un trabajo acerca de la historia de la alquimia y el simbolismo hermético en nuestra patria, pero que espero extender a países como Argentina, Uruguay y Perú, donde estos saberes también poseen una presencia que aún no se estudia.
Sigamos en éste territorio. Cuéntame de la visita de Alfred Paraf a Chile a principios del siglo pasado, y de sus intentos por convencer a la clase dirigente de su capacidad alquímica.Paraf era un químico alsaciano muy peculiar. En Estados Unidos fue el primero en producir la margarina, pero pronto allá tuvo problemas con la ley. Luego vino a Chile, donde existió una gran expectativa inicial, y luego una serie de acusaciones de fraude que lo llevarán a emigrar a Perú, donde morirá. Se pretendía conocedor de una fórmula que podía transmutar la escoria en oro a través de ciertos procesos industriales. Lo novedoso del caso es que en Chile logró captar el interés de gente relacionada con la mineralogía, personalidades cultas y relacionadas con el poder. Paraf ofreció su método al gobierno de la época, e incluso les entregó oro obtenido por sus procedimientos. La historia suele decir que era un timador sin más. Pero hay ciertos hechos que quedan sin respuesta. Por ejemplo, ¿cómo se explica que gente relacionada con la mineralogía, y que presenciaron la transmutación, hayan aseverado que lo producido en el laboratorio, a través del método Paraf, fue efectivamente oro? ¿O que el alsaciano haya solicitado a expertos químicos un peritaje de su procedimiento, sin que su solicitud haya sido aprobada por los científicos?
Esto de la producción de oro por métodos alquímicos, o más precisamente arquímicos (Fritz insiste en la diferencia de estas ciencias que hace un tal Fulcanelli en "Las Moradas Filosofales"), y presentada a la publicidad, es similar a lo que ocurrirá un tiempo después en Francia con Alphonse Jobert, otro químico misterioso, de quien algunos creen que podría ser el legendario Fulcanelli, el cual desaparece también de la historia, como si la tierra se lo hubiese tragado. De Paraf en Perú no sabemos nada, salvo que murió en la pobreza.
Introducción a Oriente para meros occidentales.
Pareciera existir una intención unificadora en las distintas fuentes mitológicas de las que te nutres. Me refiero a un nudo en el cual todas ellas se cruzan. Esa es la sensación con la que quedo luego de revisar tus artículos, ¿me podrías explicar esos puntos centrales donde convergen tus investigaciones y textos? Sí, aunque tal vez pareciera muy disímil interesarse por un autor conocido como maestro de horror, cual es Lovecraft, y a la vez por la alquimia, el sufismo, la geografía sacra, etcétera. Hay una búsqueda común en todo ello. Y dice relación con el desciframiento de ciertas verdades “ocultas”, a las cuales se puede acceder sólo con la gnosis.
En general hay dos centros de interés. La literatura fantástica (especialmente Lovecraft, Machen, Blackwood, Dunsany, Ashton Smith) y el esoterismo puro. Digo puro porque en la literatura fantástica, como en otras áreas, es admisible una interpretación esotérica; pero aquí me refiero al esoterismo como vía en sí, no como hermenéutica. Dichos caminos convergen en algún punto. La literatura por la literatura para mí no es suficiente. Tiene que poseer un contenido que me diga algo más.
Un lector apurado podría pensar que tus textos versan sobre temas marcadamente anacrónicos, como por ejemplo la alquimia. ¿Qué opinas? No me interesa lo anacrónico, sino lo que se alimenta de una sustancia eterna. Por cierto, tal saber se difundía de manera más clara en tiempos pasados, cuando había un orden que velaba por lo espiritual y no por el individualismo o el materialismo actuales. Pero, de alguna forma, la Luz busca una manera para permanecer. La misma alquimia, por ejemplo, si bien es cierto tuvo su auge en Occidente durante la Edad Media y el inicio del Renacimiento, aún goza de buena salud, y los amantes del Arte Real existen por todas partes, incluso en Chile, donde intento difundir esta ciencia sagrada. Respecto a nuestro país, una de mis labores consiste en rastrear la presencia hermética en sus personajes, sus símbolos, sus monumentos; para sorpresa de muchos he podido establecer, aunque de manera esquemática y no definitiva, algunos hitos de lo que podría ser una “Historia de la Alquimia en Chile”.
La alquimia, al ser la ciencia de la transmutación del sí, no tiene tiempo. Mientras existan hombres en la Tierra, habrá seres que deseen obtener una depuración y una transformación.
Por favor, aterrízanos el sufismo. Explícanoslo como si fuéramos lo que somos: Occidentales. El sufismo, o tasawwuf, es el esoterismo islámico, es decir, la esencia misma del Islam. Su equivalente podría ser la kabbalah, en el judaísmo, y el rosacrucismo auténtico, en el cristianismo. En general es una profundización de las enseñanzas islámicas, que atiende más al espíritu que a la letra. Otra definición del sufismo podría ser aquella senda que busca limpiar las asperezas del yo (ego) para así poder amar directamente a Dios. El sufismo es ante todo una senda, un camino. Se manifiesta en órdenes o cofradías (denominadas turuq), donde hay un sabio o guía (shaykh) que da instrucciones espirituales a los miembros del grupo, como por ejemplo una recitación especial. El método común es el dikhr, que se hace normalmente a través de repetición de palabras o de frases sagradas.
El Islam, de manera generalizada, se ha convertido en una amenaza pública. Como antes lo fueron los rusos, o cualquiera que fuese el “enemigo” de turno de EE.UU. ¿Qué opinas de tal manipulación e ignorancia? Es lamentable, por cierto. Decir o mostrar al Islam como sinónimo de terrorismo es gravísimo. No se puede culpar al Islam de la estupidez de algunos musulmanes, como tampoco se puede enjuiciar al cristianismo por la pedofilia de algunos sacerdotes. El fanatismo, por lo demás, está no sólo en musulmanes, sino también en cristianos, hinduistas, ateos, etcétera. Está en la política, en la TV, en el fútbol… Hay muchas pruebas que indican que el Islam no se trata de una religión violenta o de ignorancia. Por el contrario, detuvo prácticas monstruosas como la esclavitud, o el matar a las hijas sólo por ser mujeres. El Islam contiene una enseñanza de respeto a los cristianos, judíos, sabeos y en general a los monoteístas. Pero ello puede ampliarse a las otras comunidades y también a los no creyentes. El mismo Qur´an (Corán) dice que no puede haber coacción en materia de religión; y también que si uno llama al Islam y no hay respuesta, se debe dejar a la persona; es decir, no violentarla. Obviamente no todos los musulmanes han cumplido estas prescripciones. Y el Islam se debate hoy entre uno puritano e intolerante (wahabí), y uno pacífico y mayoritario, el cual, de no transformarse en algo light, puede brindar mucha riqueza espiritual.
El Islam es la religión que más crece, porcentualmente hablando, y creo que esa es una razón suficiente para que algunos deseen atacarla. El Islam prohíbe la usura, y el capitalismo es un sistema económico basado en el interés usurero.
En un contexto de apertura mental y de búsqueda espiritual, ¿cómo evalúas el uso de psicotrópicos que faciliten tales estados? ¿Son una suerte de simples atajos químicos que le quitan peso al resultado? No soy quién para hablar de ese tema. Sólo puedo decir que la sabiduría ancestral permitía cierto uso de sustancias alucinógenas. Pero ello en ritos, y con la presencia de un maestro. Hoy, ¿se lo hace con el mismo fin y medio?
Y me quedo pensando que me gustaría compartir una estampilla de LSD con este tipo y vislumbrar la lejana Kadath, o la hundida R’lyeh, aminorar el paso del tiempo, redescubrir el mundo, convertir el oro en aire; buscar las certezas donde todos afirman que no hay más que añejos cuentos.
FUENTE: http://www.mediapinta.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=204:entrevista-a-sergio-fritz-roa&catid=58:sergio-fritz-roz
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