En alguna oportunidad
nos hemos referido brevemente a la contrainiciación en el sentido dado por René
Guénon (es decir, una “espiritualidad” al revés o el proceso contrario a la
iniciación; un descenso consciente para llegar a los estados inferiores del
ser), para tratar el tema de las Torres del Mal (o siete torres del
diablo)
y su posible relación con la
secta herética
yezidi. De ello, ya
existen algunos trabajos de otros autores; y, sin embargo, lo concerniente a la
influencia contrainiciática en la América del Sur precolombina es terreno aun
ignoto. Sin pretender llenar este vacío sino simplemente con el objeto de
enunciar algunas ideas al respecto que puedan continuar un análisis más
profundo, hemos escrito el presente artículo. Por tanto, éste es un trabajo
meramente enunciativo y básico, no un análisis definitivo.
I
Partamos indicando algo sabido: que existe un conflicto
milenario, que ya se da “ab initio”. La
lucha que según los griegos antiguos se dio entre los dioses y los titanes; o
en la visión judía y cristiana entre Jehova y Satanás; es muestra de aquello.
En la cosmogonía mapuche se refleja entre el combate de las
dos serpientes primordiales. “El Padre Sol tuvo unos hijos rebeldes, los
Gigantes. Estos fueron precipitados a la Tierra y transformados en la serpiente
Kai-kai-filu, que provoca el Diluvio.
La humanidad se refugia en la Montaña de la Creación y de la
Salvación, Threng-Threng, en la que habita la Serpiente Buena”. (Citado por Dick
Ibarra Graso en “Cosmogonía y mitología indígena americana”, Kier, Buenos
Aires, 1980, p.258-259).
Desde dichos tiempos la lucha entre bien y mal seguirá. Y
los siervos de la Serpiente Mala tendrán sus líderes, ritos y centros.
II
No deja de llamar la atención el
excesivo uso de demonios, bestias y aberraciones de todo tipo (especialmente
sexual) en algunas representaciones escultóricas precolombinas. Pensamos que no
se trata, como en el caso del Budhismo, el Hinduismo o de las gárgolas de las
Europa medioeval, de la manifestación de ciertas energías que están dentro de
un orden espiritual o de mecanismos de protección, sino que más bien de algo
invertido, derechamente satánico.
Esto se hace muy patente en
antiquísimas representaciones sudamericanas, especialmente las del eje Colombia-Ecuador-Perú. ¿Por qué allí?
Ciertamente no es casual que sea esta región, pues precisamente el Ecuador
además de ser una de las referencias centrales de la geografía física, lo es
también en cuanto a sacralidad. La importancia de Ecuador en el contexto
espiritual americano es impresionante. La sola mención a la Cueva de los Tayos
y las polémicas generadas en torno a sus descubrimientos nos puede dar una idea
de lo que allí está en juego.
Desde ya se debe comprender que
así como esta zona ha sido sin duda muy importante desde una perspectiva
espiritual tradicional, ha tenido su contraparte en la existencia de
monstruosos cultos.
Uno de los casos más explícitos a
nuestro juicio de esta inversión espiritual o contrainiciación en territorio
sudamericano es el referido a las piezas escultóricas que fueron halladas por Antonio
Carrillo Bucheli. En el sitio
http://www.piedrasdeica.es/ecuador_1.html,
de donde tomamos algunas de las
fotografías que a continuación incluimos, se nos da una explicación
: “Los objetos expuestos a continuación y
en las siguientes páginas de este artículo son sólo una pequeña muestra que
perteneció a la colección ya desaparecida, originalmente compuesta por
casi 8000 piezas, del Dr. Antonio Carrillo Bucheli, profesor de
arqueología con estudios en Francia y EEUU, fallecido en 1998 , y
que durante muchos años estuvo abierta al público en la ciudad de Quito
(Ecuador). Estos objetos nunca antes habían aparecido en ningún medio
oficial de comunicación, revista, prensa, televisión, o documental. Todos sus
esfuerzos por que se reconociera la validez y antigüedad de los mismos fueron
en vano. Nadie quiso escuchar sus peticiones de que se realizaran pruebas de
radiocarbono-14, termoluminiscencia, y otras”.
Basta una simple mirada a estas
esculturas para percibir que estamos ante algo de un orden inferior, no solar.
Obviamente no hablamos desde una perspectiva “artística” (pues es innegable la
destreza en la representación) sino metafísica. Seres bicéfalos, copulaciones
entre bestias, etc.
II
Otro caso del cual queremos dejar
nota es el llamado Tesoro de los Quimbayas. Se trata de piezas de una
confección extraordinaria que representan a hombres con un claro aspecto
narcotizado. Como si estuvieran en una contemplación de un paraíso artificial,
los rostros son distantes, con los ojos dormidos y una sonrisa suave.
(Fotografía: Juan
Mayr)
Estos objetos hallados en
territorio colombiano, hoy se encuentran en España. (Ver el libro “Un viaje
mágico por los misterios de América” de Pablo Villarrubia Mauso, EDAF S.A.,
Madrid, 2000, pp 179 y ss.).
III
Un tercer lugar que queremos
mencionar, también se relaciona con Colombia. Se trata de San Agustín de Huila.
Es irónico a nuestro juicio que el libro más común sobre los monolitos de Huila
se llame “La iniciática en San Agustín de Huila” (Osman Gonzalez Espoz,
Ediciones Jeal, Bogota, 1987), cuando si algo queda claro de la simple
observación es el hecho que estamos frente a un culto oscuro, donde los seres
son evidentemente demoniacos.
(El célebre
investigador Paul Rivet y el ministro de Bélgica junto a la estatua en
San Agustín, el año 1938. Del archivo fotográfico Gregorio Hernández de Alba
Sobre el origen del pueblo que esculpió
los impresionantes megalitos nada se sabe, salvo que a la llegada de los
españoles ya no existía. Según pruebas realizadas por alemanes donde se utilizó
carbono 14, los megalitos datarían de ¡33 siglos antes de Cristo!
¿Qué se quiso expresar en este centro americano?
Se trata en gran parte de humanoides con dientes bestiales,
o animales-demonios.
(Estatua en San
Agustín de Huila. Aspecto demoniaco de la escultura
IV
La contrainiciación existe aún en
estas regiones. El caso del culto al Tío en las minas de Bolivia, del que
pronto esperamos escribir, lo demuestra.
También
podemos dar un testimonio muy cercano: Cuando nuestros padres tuvieron la
fortuna de ir a unas ruinas a las cuales no van frecuentemente los turistas
(nos referimos a un lugar no lejano de Patallacta), invitados y dirigidos por
una descendiente de auténticos Inkas pudieron contemplar esculturas pétreas de
animales gigantescos, muchos de los cuales la zoología descarta como habitantes
de Sudamérica. Lo sorprendente fue que todos o casi todos carecían de cabeza.
La anciana peruana les indicó a nuestros padres que al ser esos animales los
guardianes del lugar, satanistas habían cortado sus cabezas. Ello quedó
demostrado con inscripciones modernas donde había la típica simbología de
satanistas (pentagramas invertidos, etc.).
Hemos escuchado algo semejante
que ocurrió hace diez o más años en el Pucará de Chena, al sur de Santiago de
Chile, donde grupos juveniles realizaban invocaciones satánicas en la noche.
La muerte a un sacerdote en la
Catedral de Santiago el 24 de julio de 2004, mientras aquél realizaba misa, por el joven Rodrigo Orias (quien preparó con
mucha antelación su viaje desde el sur al centro del país; compró un daga para
cometer el acto homicida; días antes de viajar al centro de Chile le comentó a
su madre, que viajaría a “cumplir una misión”, “que su dios le exigía”, etc.)
es de claro sentido ritual. No por nada, él mismo confesó que se preocupó de "elegir una iglesia
que por su simbolismo y grandeza fuera la más importante para el país". Curiosidad o no, Orias es un nombre de un
marqués infernal. Además, parece existir una relación entre este crimen con las
misteriosas muertes de 12 jóvenes en Aysén (la misma región de donde provenía
Rodrigo Orias).
El utilizar lugares sacros para
acciones satánicas es ciertamente una labor de la contrainiciación, realizada
por los awliyâ ash-shaytân (“santos de Shaytán”) o
en términos akbarianos “la Corte de Iblis” (véase el
tratado “El árbol del universo”, Ibn al-Arabi, Editorial Sufí, Madrid, 1989,
p.37). El profanar lo sacro
no es casual ni inofensivo. Tampoco el querer llevar a la humanidad a sus
estados inferiores.
¿Qué influencias sutiles pero perversas actúan hoy día en
Nuestramérica?
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